Experimentar miedo al tomar decisiones es un sentimiento natural. Ya sea porque no sabemos si cambiar de trabajo, terminar una relación, cerrar un ciclo, apoyar un nuevo proyecto o realizar grandes transformaciones en un cargo. Lo cierto es que el temor al cambio y al fracaso nos dejan en un estado de congelación en el que sabemos que es necesario hacer un cambio, pero no tenemos idea por dónde empezar a realizarlo.
Es necesario entender que el miedo no es cobardía, sino una emoción que tiene como propósito alertarnos, con el fin de analizar cuáles son los recursos con los que contamos para afrontar momentos de incertidumbre y sensaciones amenazantes. Sin embargo, debemos reconocer cuándo aparece esta emoción para así comprender, agradecer y superar lo que necesitamos hacer para nuestro propio crecimiento.
Los Saboteadores Internos
El primer paso para tomar decisiones exitosas es identificar los saboteadores internos. Los saboteadores no son más que ideas, pensamientos y creencias que nos limitan y que nos impiden entrar en acción frente a las decisiones que necesitamos tomar. Por esto es importante saber identificarlos para así redefinir la forma en que guiamos, trabajamos y vivimos nuestra vida.
Generalmente nuestros saboteadores internos nos llevan a dejar de tomar decisiones, por 4 razones específicas:
- Por miedo a las consecuencias que traiga el sentar una posición: sabemos que decidir dejará inconformes a ciertas personas. Nos criticarán, nos hallarán la razón. Decidir se convierte en una forma de exponernos y de abrir caminos para que las personas se involucren en asuntos que no queremos abrir, que opinen sobre aspectos que quisiéramos guardar solo para nosotros y porque temor a que asuman posiciones de rechazo, lucha o inconformidad frente a nosotros.
- Por miedo a no saber cómo asumir la ResponsHabilidad de nuestras decisiones: tenemos miedo de responsabilizarnos. De asumir que realmente vamos a RESPONDER a esa decisión que tomamos y que tenemos la HABILIDAD para aceptar sus consecuencias, sin importar lo que venga (por eso la escribimos con H intermedia). Es el miedo de enfrentarnos con nosotros mismos y con nuestra capacidad de sacar adelante un objetivo que no sabemos si estamos en capacidad de sobrepasar.
- Por temor a perdernos de posibilidades: decidir tiene implícitos miles de posibilidades. Cuando tomamos una decisión le decimos Sí a muchas experiencias futuras y No a muchas otras. El miedo a apostarle a algo que termine afectándonos o que nos muestre que “perdimos”, por habernos ido por el camino equivocado, nos paraliza.
- Por el deseo de no herir a los demás: entendemos que nuestras decisiones afectan nuestro entorno, a nuestras familias, y/o a nuestros compañeros de trabajo. El miedo de hacer algo que sabemos que debemos hacer, pero que hiere o afecta emocional, psicológica o económicamente a otros, nos abruma.
Así, los saboteadores nos llevan a inventarnos excusas y tomar acciones para procrastinar, para que otros decidan por nosotros, para empezar a ver que ninguna opción es lo suficientemente buena. Sin embargo, olvidamos que en la vida TODO EL TIEMPO ESTAMOS DECIDIENDO y es imposible no decidir.
- Decides cuando aplazas.
- Decides cuando evades.
- Decides cuando menosprecias.
- Decides cuando te empeñas en sentir que nada es suficiente.
La diferencia está en si estás decidiendo pasiva o activamente. Si estás dejando que la vida tome decisiones por ti, que los problemas se alarguen, que los impases se agranden.
4 Consejos para Tomar Decisiones Acertadas
Ya que en Rise Latam nos enfocamos en crear experiencias de formación empresarial que aportan una transformación profunda en las personas, hoy queremos dejarte 4 consejos para tomar decisiones acertadas y mejorar el liderazgo de tu vida personal y profesional:
- Reconoce la importancia de tomar acción: los cambios están orientados siempre a un logro, a hacer realidad un sueño, o a alcanzar una meta para recuperar o aumentar el grado de satisfacción, felicidad, bienestar y plenitud. Las preguntas que guíen este proceso deben estar orientadas a encontrar el para qué lo haces y qué ganas al hacerlo.
- Acepta tus emociones; no las condenes: identifica y entiende qué te dicen tus emociones; ¿qué te impulsa realmente a esta acción o a esta decisión? Revisa qué energía te impulsa a moverte y a cambiar de lugar, un deseo de bajar el ritmo, reflexionar sobre la situación actual y recalcular la dirección.
- Determina los recursos: todas las decisiones implicarán una inversión, que puede ser emocional, mental, monetaria o relacional. Pregúntate ¿Tengo los recursos necesarios para afrontarla? Y si no los tengo, ¿cómo los consigo? Y cuando los consiga ¿cómo los uso a mi favor?
- Identifica las metas personales: Piensa ¿la acción o la decisión que tomo me acercará a la vida que quiero vivir? Si la respuesta es sí, es momento de dar el paso; si la respuesta es no, es momento de revisar el mapa, replantear la ruta, y cambiar de dirección.
Recuerda: El miedo nos permite comprender, agradecer y superar lo que necesitamos hacer para nuestro propio crecimiento.